Friday, August 30, 2013

EL PARO AGRARIO SIRVE PARA PENSAR EN EL CONSUMO 
María Andrea Piraban Rodríguez
Especialización en Psicología del consumidor 
Fundación Universitaria Konrad Lorenz

             Por estos días hemos vivido el paro agrario y la resistencia de los campesinos y de otros sectores fuertes de la economía nacional. Con sorpresa he evidenciado cómo la causa de la lucha de los campesinos poco a poco ha ido sensibilizando a la población colombiana que se solidariza con sus peticiones y manifiesta su inconformismo a través de las redes sociales, participando en marchas, cacerolazos, foros y diferentes expresiones de respaldo al paro agrario.

         Y es que en durante 11 días de saturación de imágenes referentes al paro a través de los medios de comunicación, la sociedad colombiana se ha venido cuestionando el porqué del caos económico y social que vive actualmente el país y qué podemos hacer para solucionarlo.
        Nestor García Canclini en su trabajo: el consumo sirve para pensar, reflexiona acerca de las nuevas reglas neoliberales que controlan las fuerzas del mercado mundial y cómo éstas influyen en el consumo de bienes y servicios. “No es que el consumo sea para todos un lugar de consumo irreflexivo y de gastos inútiles. Lo que ocurre es que la reorganización transnacional de los sistemas simbólicos, hecha bajo las reglas neoliberales de la máxima redituabilidad de los bienes masivos y la concentración de la cultura para decisiones en élites muy seleccionadas, lleva a neutralizar la capacidad creativa de las mayorías.”
        Y es que desde que los Estados están entregando su administración a las empresas privadas, están entregando también la soberanía y cultura de los pueblos al capital.
        Las naciones latinoamericanas poco a poco van perdiendo su identidad cultural y son las multinacionales quienes a través de la masificación de los símbolos, moldean una masa amorfa para convertirla en fanática de sus marcas, creando así la alienación de los pueblos en torno al consumismo y a las sociedades desechables.
        Con la apertura de los mercados, los grandes grupos económicos se diversifican y según los estudios de Pierre Bourdieu, de Jean Baudrillard y otros, las sociedades contemporáneas luchan más por los medios de distinción que por los medios de producción. Quien controla los medios de comunicación es quien tiene el poder.
        En estudios como La distinción de Bourdieu, pareciera que el consumo sólo sirve para dividir, ya que segmenta un grupo o una clase cuyos miembros piensan y consumen bienes y servicios de manera similar y así lo transmiten a otros. Es así como el consumo de ciertos objetos se convierte de uso exclusivo de una determinada clase en la que se discrimina a quien no lo posea o se acepta al individuo que pueda poseerlo.
        Y pareciera que todos estos estudios hoy en Colombia reflejaran una realidad de consumo general. La apertura de los mercados sin una política clara de proteccionismo a ciertos productos sensibles que han mantenido durante décadas la economía colombiana, prácticamente ha llevado a la quiebra al sector primario.
        Una sociedad contemporánea amasada por patrones de consumo de marcas internacionales, que sigue modelos y comportamientos importados porque la clase baja se cree mexicana, la clase media se cree norte americana y la clase alta se cree europea, pierde su identidad cultural y se burla de los rituales y las creencias de sus antepasados,  despreciando muchas veces sus raíces y su cultura ancestral.
        Sorpresivamente observo cómo la población empieza a despertar del sueño profundo al que la han sumergido los medios de comunicación, y por fin sentimos dolor de patria y queremos retomar esos valores que se han perdido porque ya no aguantamos más.
        Pero no solamente debemos protestar en redes sociales, marchar y opinar dejándole las soluciones al gobierno de turno.
        Es empezar a cuestionarnos acerca de qué podemos hacer desde el consumo, para ayudar a que el sector agrícola pueda salir de la crisis que la que hoy se encuentra.
        Según Canclini, para que el consumo sea un lugar donde se pueda pensar, básicamente se debe recolocar la posición de lo público, debemos volver a creer en nuestras instituciones, en nuestros valores y creencias propias de la cultura colombiana. Y para recuperar lo público, es importante recuperar primero la conciencia del voto. Votar por un programa que beneficie a las mayorías y no solo los intereses de los que mandan en el mercado mundial.
        Y empezar a recuperar nuestra identidad apoyando la producción colombiana, volver al ritual semanal de abastecimiento en las plazas de mercado o a las tiendas de barrio. Incentivar el consumo de alimentos nacionales; a muchos se nos ha convertido en un ritual comprar alimentos de marcas extranjeras; cereales, enlatados, carnes secas, quesos, dejando en un segundo plano la producción nacional. Es romper con el paradigma de que si compro extranjero tengo más status que si compro nacional.
        Y lo más importante, transmitir estos hábitos de consumo a nuestros niños. Enseñarles cuáles son los alimentos propios de nuestra tierra, los platos típicos de cada región, volver al ajiaco santafereño, al mute santandereano, a la papita criolla en vez de Mac Donalds.

        Los horizontes globales del consumismo poco a poco van cayendo. Y este señalamiento estimula a crear nuevas formas de organización social y la visión de las sociedades como reguladoras del consumo respetando los derechos individuales sobre los particulares.

        Cambiando nuestros hábitos de consumo desde la economía familiar podremos lograr el cambio global. Y como concluye Canclini, “Sólo mediante la reconquista imaginativa de los espacios públicos, del interés por lo público, podrá ser el consumo un lugar de valor cognitivo, útil para pensar y actuar significativa, renovadoramente, en la vida social.”

REFERENCIAS

           Garcia C. N. “El consumo sirve para pensar” Cultura e identidad http://www.uacj.mx/icsa/cys/CulturaySociedad/Unidad1/consumo.htm accesado el 23 de noviembre de 2005

Thursday, August 08, 2013

Lo que me encanta!

Me encanta disfrutar de mi soledad, leyendo un libro, pasando horas en Internet  estar en la cama viendo tv, bailar mirándome al espejo, cantar a todo pulmón mientras conduzco.
Me gusta ser atrevida, hablar algunas cosas que para otros son escandalosas, ser irreverente y hacer palidecer a mi mamá o a mi hermana con mis comentarios subidos de tono. Tengo que tropezar con la misma piedra más de 3 veces para darme cuenta que cometí un error.
Soy feliz arrancándole una sonrisa a los demás, soy tremenda dormilona, me gusta que el sonido de la lluvia me arrulle. Tomo siempre decisiones aceleradamente porque soy demasiado impulsiva, después me arrepiento pero finalmente pienso que es mejor hacer las cosas que dejarlas de hacer. Me encanta la comida italiana, el queso derretido, la pizza, los espaguetis, raviolis, etc.
Duermo con el celular al lado y con el tv prendido.
Me gusta que me halaguen, que valoren mis triunfos, que exalten mi inteligencia y sagacidad. Me gusta andar en calzones por toda la casa y entrar al baño con la puerta abierta.
Pienso que las personas que me critican son unas brujas envidiosas, me gusta que me digan que me quieren, pero de verdad.
Adoro acostarme con mi hijo, abrazarlo y sentir su cuerpo calientico calientico cerca de mi.

Soy caprichosa, desordenada, cariñosa,  me gusta nadar y hacer spinning. Me gusta usar tacones aunque me encantaría que fueran más altos pero soy tan alta que me sentiría en el quinto piso. En el colegio me decían jirafa pero hoy me encanta verme más linda que aquellas que se burlaban de mi.  Puedo estar tres horas cambiándome de ropa y dejarlo todo por el suelo y al final salir a la calle con lo primero que me puse. Por culpa de Disney vivo esperando mi príncipe azul, por eso todavía soy soltera creo. Soy una compradora compulsiva de zapatos, ropa, cosméticos, me gusta el olor de la pintura y puedo disfrutarlo por horas..me gusta bailar en una disco que todos me miren, me gusta tomarme fotos porque me gusta ser yo y sentirme diferente.