Tuesday, March 07, 2006



UN SENCILLO HOMENAJE A BOGOTÁ
Cuando en 1988 mi papá decidió que nos trasladábamos a vivir a Bogotá, la vida cambió para mi y para mi familia.
Hasta entonces había vivido en Tunja; una ciudad fría, familiar, conservadora, tranquila... pero aburrida, sobre todo para una niña de 10 años que estaba pronta a entrar a la adolescencia.
Mis padres compraron casa nueva en un sector que por ese tiempo hasta ahora empezaba a construirse en el noroccidente de Bogotá.
Recuerdo que estaba muy feliz, con sueños, miedos y muchas expectativas.
Y cogí muy rápido la ciudad, hice muchas amistades en el barrio y en el colegio y crecí rápidamente, más rápido que una niña normal a mi edad.
Siempre con amigas mucho mayores que yo comencé a formar mi propia personalidad en una ciudad donde hay de todo para todos.
Besos, novios, maquillaje, cigarrillos, rock, licor, discotecas, el estadio. Y lo del estadio fue muy chistoso porque cuando recién llegué a la gran urbe mi padre, que es bien bogotano y bien santafereño por demás, nos llevaba al Nemesio a mi hermano y a mi, y luego del partido se ponía a tomar con sus amigos y nosotros durmiendo en el carro y claro, yo empecé a aborrecer el estadio.
Pero después de algunos años cuando regresé me encantó esa pasión, ese fervor casi religioso de acompañar a mi equipo todos los domingos. Yo no iba a Misa, iba al Estadio, donde además de alentar a mi equipo cantaba con la misma pasión el himno de Bogotá (no me pregunten por el de Tunja porque ni idea).
Y es que Bogotá con sus colores suaves, donde el gris acentúa un ambiente demasiado sereno, casi frailuno, es una ciudad maravillosa, cuyas noches de bruma incitan al arrunche y otras cosas más....
Hoy el Distrito Capital alberga a cientos de millares de gentes de las más diversas procedencias. Y un cambio notable del clima, de frío a templado, favorece una cultura urbana muy abierta, una arquitectura y unas modas más cromáticas y alegres.
Es la ciudad de las oportunidades, de los brazos abiertos, de las múltiples culturas, donde todos y nadie se conocen, donde hice una carrera, donde conocí a Diego y donde nació mi hijo.
Amo esta ciudad y le agradezco a Dios el haberme puesto a vivir escoltada por esos dos cerros tutelares que a diario veo desde la universidad: Monserrate y Guadalupe, y aunque a veces es una mamera el clíma porque uno no sabe si ponerse chaqueta o camiseta, estoy orgullosa de vivir en Bogotá y también de ser hincha de un equipo bogotano, del Independiente Santafe de Bogotá.

1 comment:

PinkBearLover said...

Que buen post, me encantó la imagen y los punto que tratas en el post, es cierto y tambien agradezo a Bogota toda la cultura que me ha regalado creo que merece demasiados homenajes, es una metropoli tan importante como NYC o London, besos y abrazos